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La república romana desde la pluma de Colleen McCullough


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Los siete libros de la serie


Finalmente, este agosto pasado pude terminar la serie de novelas históricas más impresionante que haya leído. Hablo de la obra escrita por la autora australiana Colleen McCullough.  A través de siete libros, de 800 páginas en promedio, McCullough logró sintetizar aproximadamente un siglo de historia romana de manera novelada. Se concentró en uno de los periodos más apasionantes de aquella civilización, el último siglo de gobierno republicano (110AC-27AC). Con el séptimo libro, Antony and Cleopatra, cerré una aventura que inició con el ascenso político de Cayo Mario, secundado por su, alguna vez aliado, Lucio Cornelio Sila. Estos dos hombres redefinieron la política romana con sus acciones, condicionando el ascenso de los grandes líderes de ese último siglo republicano, Pompeyo Magno, Julio César y Cayo Octavio.

La trama de toda la serie se centra en la progresiva erosión y muerte de la república, y su sustitución por el principado. El principal argumento de McCullough es que las instituciones republicanas, y las antiguas tradiciones, fueron cada vez más inefectivas para gobernar un imperio cada vez más grande. Las instituciones creadas para una ciudad estado colapsaron ante el crecimiento geográfico de Roma. Finalmente, el ascenso de Augusto es plasmado por la australiana de forma negativa; es decir, como la muerte del gobierno colegiado y el control institucional en favor de un autócrata. Me fue inevitable compartir dicha apreciación. Es algo parcializada en el sentido de que es verdad que, con Augusto, Roma alcanzó de nuevo una estabilidad política que no gozaba desde los tiempos de Mario (el primer libro de la serie precisamente) y, en general, su reinado fue una época de prosperidad para Roma. Sin embargo, desde mi punto de vista, lo que destacó a la civilización romana sobre todas las demás fue su carácter republicano y el legado institucional que le dejó a Occidente. Cuatrocientos años de gobierno republicano en una Antigüedad dominada por autocracias teológicas es digno de admirar. Las fundaciones de nuestras repúblicas contemporáneas hunden raíces en aquél pasado. En ese sentido, comparto la melancolía de McCullough.


Lucio Cornelio Sila. Magistrado y dictador.


Por otro lado, creo que pocos autores en este género exhiben tanto talento para combinar exactitud histórica con creatividad literaria. Desde el primer libro, Colleen me atrapó por esos dos motivos. Adicionalmente, demuestra una maestría impresionante para presentar diversos personajes y hacerlos participar activamente en la trama. No estoy hablando de un libro limitado a un personaje principal y un par de personajes secundarios. En cualquier libro que se escoja la autora introduce, por lo menos, a quince o veinte personajes secundarios de relieve. Además, aunque cada libro sigue la historia particular de un protagonista (Mario, Sila, César, etc) la trama no se centra plenamente sobre ellos. Dentro de cada capítulo hay subtramas que desarrollan la vida de otros personajes secundarios. Incluso, hay momentos en los que se pierde de vista al protagonista por unas cuantas páginas. La gran desventaja para el lector es la de perderse ante un sinfín de nombres difíciles de retener y además cambiantes. Entre tantos Cayos, Lucios, Marcos, etc, la comprensión de la trama se puede complicar. No obstante, si se presta atención no habrá gran problema para seguir la historia. A mi modo de ver, más que una desventaja esto  significa la posibilidad de enriquecer más  la novela y mostrarle al lector la magnitud de intereses involucrados en la política romana. Sin embargo, advierto que para leer esta serie es necesario, primero, gran devoción hacia el mundo romano y, segundo, paciencia.

Volviendo al primer punto, vayamos por partes. Sus libros me gustaron por la sencilla razón de que no se despegan en casi nada de lo que sabemos sobre la historia de esa época. La mayoría de las novelas históricas siguen, a modo general, lo que sucedió históricamente. Sin embargo, la obra de McCullough logra gran fidelidad incluso en sucesos menos relevantes; en aquellos donde un novelista pudiera meter mano y tergiversar un poco los hechos. En ese sentido es como si estuviéramos leyendo un libro de historia. Cada suceso que me suscitó duda, en cuanto a su veracidad, lo consulté en internet sin encontrar algún caso emblemático donde la escritora “se haya pasado” en su manipulación de los sucesos. Creo que tal apego a la historia se debe, en parte, a la cantidad de personajes que introduce en las novelas. Seguir sus trayectorias, e integrarlos en la trama coherentemente, solo se puede lograr con un riguroso apego historiográfico.

Cayo Mario. Siete veces cónsul.


En cuanto al segundo punto, se podría pensar que ante tanta rigidez histórica podría quedar poco espacio para la creatividad literaria. Sin embargo, otra vez,  McCullough logra usar la historia a su beneficio para desarrollar personajes profundos. Toma ventaja de aquello que la historia no nos pudo transmitir sobre esa época, principalmente la psicología de los personajes, hilando los hechos históricos en los que participaron con su propia interpretación y construcción  de sus personalidades.  Es decir, sus personajes hicieron todo aquello que la historia nos dice que hicieron. Ahora, los motivos por los cuáles actuaron o pensaron así es producto completamente de la autora y es ahí donde transcurre el 90% de la trama de cada novela.

Creo que la australiana consiguió el perfecto balance entre ambos elementos para reconstruir las convulsiones de una república agonizante. Finalmente, debo advertir también que el libro peca de detallista. La autora no escatima recursos para describir paisajes, acciones y gestos. De allí se deriva, en gran medida, la voluminosidad de cada libro. Probablemente ese sea el único aspecto que conseguí irritante de toda la serie. Sin embargo, tampoco es un obstáculo insuperable si se tiene la paciencia suficiente para esperar a que la autora nos deleite con las constantes intrigas políticas que plagaron el último siglo de república romana.


Lucio Licinio Lúculo. General y conquistador.


Los libros que forman la serie son: The First Man in Rome, The Grass Crown, Fortune’s Favorites, Caesar’s Women, Caesar, The October Horse y Antony and Cleopatra. En promedio cada libro relata una década y media de historia republicana. Finalmente, junto a los grandes protagonistas de la serie como Mario, Sila, César, Pompeyo, Octavio o Antonio, también participarán otros personajes secundarios de la historia romana; desde los más conocidos como, Marco Bruto, Servilia, Catón, Marco Licinio Craso, Cicerón, Bíbulo; hasta los menos como, Lucio Licinio Lúculo, Saturnino, Marco Emilio Escauro, Cayo Servilio Glaucia, Sertorio, Marco Livio Druso, Publio Clodio, Fulvia o Catilina, entre muchos más.

Por lo dicho, recomiendo a todo aquél que guste de la novela histórica, y el mundo romano en particular, a adentrarse en esta serie de libros escritos por Colleen McCullough.

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